Cada día un poco más.
Todas sus vivencias, todos sus recuerdos, todas sus fuerzas.
Todo lo que ha sido, todo lo que es y lo que ya no volverá a ser nunca.
Y sus familiares se congregan alrededor de una cama en la que hay alguien que casi es nada ya.
Porque la vida, poco a poco y aunque joven, deja de ser suya.
Y se preguntan si hay un dios misericordioso que pueda curar la espera, ya que no cura la enfermedad.
Pero no hay respuesta.
Ni dioses, ni amos.
Ni plegarias.
Ni esperanza.
Solo la nada y la vida que, poco a poco, va abandonándole.