Lloro,
hasta que se me moja el alma
y se me arruga la piel.
Lloro,
hasta que ya no tengo lágrimas
y cuando acabo solo me queda tristeza.
Y un dolor punzante en el lado izquierdo del pecho, cerquita del corazón.
Lloro y me agoto,
por lo tonta que fui,
porque cuando tuve oportunidad de salvarlo,
ya me había cansado de luchar.
No llores, que muy poco merece una sola de tus lágrimas.
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