lunes, 19 de septiembre de 2011
Mi abuela
Tiene alrededor de los ojos un halo blanco, como los periquitos cuando envejecen.
Cada una de sus arrugas marca una de las dificultades de su vida, y también una de sus alegrías.
Embriaga el brillo de su mirada ya cansada, la blancura de su pelo acaracolado.
Siempre me encantó una foto de mi abuela, de joven, con melena negra, peinadada con ondas tipo años veinte y un moño bajo. Cuando era pequeña me quedaba embelesada, admirando su marcada belleza mediterránea y siempre le preguntaba: ¿De verdad eres tú?
Ahora la admiro igualmente, a pesar de que me cuenta infinitas veces la misma historia sin darse cuenta. A pesar de que a veces se olvida de que he ido a verla.
La admiro porque hace honor a su nombre, Victoria, porque sigue jugando la partida de la vida y porque todavía le quedan fuerzas para una sonrisa.
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