jueves, 10 de noviembre de 2011

Las piezas


Como las piezas de un puzle, vamos encajándonos.
Conectándonos.
Dibujando.
Creando y creándonos.
Buscándonos las vueltas.
Vamos a construir una torre alta y de colores, desde donde podamos sentarnos a ver anochecer. Donde nunca haga frío. Donde estemos siempre juntos.

Ven, te estoy esperando y tengo las piezas preparadas.

domingo, 9 de octubre de 2011


Es como flotar.
Creo que es la sensación más cercana a volar que he experimentado.
Es como que no lo puedes creer, pero está pasando de verdad.
Es como haberse subido en una nube esponjosa.
Y de repente, te paras, cierras los ojos, respiras y te das cuenta: eres feliz.


Y encima ha llegado el otoño. Y me encanta.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Mi abuela


Tiene alrededor de los ojos un halo blanco, como los periquitos cuando envejecen.
Cada una de sus arrugas marca una de las dificultades de su vida, y también una de sus alegrías.
Embriaga el brillo de su mirada ya cansada, la blancura de su pelo acaracolado.
Siempre me encantó una foto de mi abuela, de joven, con melena negra, peinadada con ondas tipo años veinte y un moño bajo. Cuando era pequeña me quedaba embelesada, admirando su marcada belleza mediterránea y siempre le preguntaba: ¿De verdad eres tú?
Ahora la admiro igualmente, a pesar de que me cuenta infinitas veces la misma historia sin darse cuenta. A pesar de que a veces se olvida de que he ido a verla.
La admiro porque hace honor a su nombre, Victoria, porque sigue jugando la partida de la vida y porque todavía le quedan fuerzas para una sonrisa.

jueves, 18 de agosto de 2011

Dejarse llevar

Me gusta ver la forma en que pierdes el norte y ya no sabes siquiera dónde estás, y pierdes la línea que marca los límites, y te olvidas, y te dejas arrastar.
Rendido a tus deseos y a los míos. A tus fantasías y a las mías.
Con este calor que solo nos permite caricias suaves que no suban en exceso la temperatura ya de por sí demasiado alta. Caricias que formarán parte de sueños posteriores, que me darán compañía y calor en las noches en las que corra una pequeña brisa de aire fresco, como esta.
Noches de verano, de luna llena, de estrellas fugaces a las que ya no pido deseos.
Contigo. Quitándonos la ropa porque molesta, estorba, porque sobra. Nos sobra.
Aunque solo sea una historia de hoy y quizá de mañana.



No sabemos lo que es siempre, ni jamás, y por eso nos quedamos en ese limbo en el que solo importamos tú y yo.

martes, 12 de julio de 2011

Dame esa parte de tu cuerpo que es solo mía. Esa que me regalaste aquella noche. Esa que siempre podré morder, besar, acariciar siempre que estés cerca.
Porque tengo que comer chocolate para no pensar en ti y lo único que hago es desearte más.
Regálame un sí, un presente sin futuro. Regálame un ahora, un ya sin mañana.
Y haz que se pare el tiempo y que no tengamos que salir nunca de entre estas cuatro paredes. Y que siempre sea sí, hoy y ahora para no tener que pensar más en qué va a pasar mañana.
La oferta empieza ya y caduca nunca.

miércoles, 6 de julio de 2011

Ven, anda, que lo estás deseando.
Te tengo aquí un huequecito reservado para que apoyes la cabeza.
Tengo abiertos los oídos para escucharte y te prometo que me voy a dejar hacer cosquillas hasta que me ría tanto que me duela el estómago. Luego tendrás que darme besos para curarme.
Ya sabes que es mi debilidad. Casi tanto como tú.
Y encima te he hecho café.

Anda, vente, que lo estás deseando.

jueves, 30 de junio de 2011

Una palabra que lo cambia todo

Hemos tenido muchas despedidas y esta vez (no) lo hemos hecho. Una última vez es como una última copa, solo indica que es la penúltima. Por eso todo es diferente.
(No) Es extraño extrañarte. Es difícil (no) quererte.
Te echo de menos, pero (no) más que siempre.
Porque todo lo que (no) hemos sido forma parte de aquel cuento que (no) te conté cuando tú te hacías el dormido.

("No" es una palabra que está sobrevalorada, pero lo cambia todo).

miércoles, 22 de junio de 2011

I've changed my mind

Se conocieron una noche de verano cuando tenían 15 años. Ella tenía ganas de preguntarle de qué color tenía los ojos, porque solo podía mirarle de reojo y ruborizarse. Él se moría de ganas de levantarle la falda. Pasó el verano y ellos siguieron con sus ganas reprimidas, guardadas en sus miradas.
Con 18 él era el gallito del gallinero, había levantado ya muchas faldas, casi ni se acordaba de aquella chica de la que se había enamorado en secreto. En realidad, ni siquiera se permitía pensar en ella, solo en sus momentos de soledad.
Con 18 ella seguía siendo una chica tímida, muy guapa, pero sin valor para decirle nada. Le miraba desde la distancia, le veía con una chica diferente cada noche y no sabía por qué razón todavía no podía mirarle a los ojos, no sabía por qué razón aún se ruborizaba cuando pasaba a su lado. No sabía por qué seguía teniendo ese control sobre ella.
Con 25 se volvieron a encontrar. Ella acababa de quedarse sola y parece que los hombres eso lo huelen. Él se puso a pedir a su lado. Le dijo: Pareces triste… ¿Quieres tomar algo? Ella soltó lo primero que se le vino a la cabeza: Déjame ver de qué color tienes los ojos. Y él le contestó: Solo si luego tú me dejas levantarte la falda.

PD: He pensado que me gusta mucho estar por encima de las nubes :)

jueves, 17 de febrero de 2011

La niña transparente

Le decían que era transparente, como el cristal, porque todo lo que pensaba o sentía se podía ver en sus ojos.
Le decían que era especial, porque siempre ponía corazón en todo lo que hacía, como si le gustara regalar pedacitos de felicidad.
Para ella, era divertido ser transparente, hasta que creció.
Todo el mundo podía ver lo que pensaba con tan solo mirarle a los ojos y aquello le trajo muchos problemas y le entristeció.
Comprendió que en el mundo de los adultos ya no podía ser transparente. Se compró unas gafas de sol y dejó de hacer magia. Aprendió a protegerse, a ocultar su verdad.
Ahora solo se quita las gafas cuando de verdad quiere dejarse ver tal y como es. Cuando quiere de verdad regalar felicidad y trocitos de su corazón. Puede contar con los dedos de la mano los privilegiados a los que deja ver sus ojos.