jueves, 29 de octubre de 2009

Rompe las cadenas


A veces Luna sale de casa sintiéndose diosa, sabiendo que se comerá el mundo, que devorará algún corazón débil, que levantará el asfalto a su paso (y otras cosas).


Se cree libre, poseedora de ese bien tan preciado, dueña de su destino y capaz de cambiarlo.




Se cree fuerte y segura de sí misma.


Sin embargo, arrastra las cadenas de sus verdaderos sentimientos, de sus miedos, de su soledad.
Es una presa más de lo que ella cree que es libertad, de esa libertad que consigue metiendo a hombres en su cama, pero que la está matando por dentro.



Se siente sola, atada y perdida; encadenada en una vida de la que no se cree capaz de salir.

lunes, 19 de octubre de 2009

Helena se ha dado cuenta de que se está enamorando

Helena se ha mirado al espejo esta mañana y este le ha devuelto una imagen con una de esas sonrisas tontas que todos hemos tenido alguna vez. Y se ha quedado mirándose a sí misma, explorándose, sin darse cuenta del correr del tiempo y cuando ha despertado de sus ensoñaciones: OUCH! DOLOR.

Se ha dado cuenta de que estaba pensando en él y sonriendo por él. De que el corazón se le había acelerado POR ÉL. Y entonces, otro pinchacito: OUCH! RECHAZO.

Sabe que él no siente lo mismo y que OUCH! EQUIVOCACIÓN. Una lágrima.

Y OUCH! NEGACIÓN. No es verdad, no se está enamorando. Es más fácil negar y no admitir la realidad…Y más lágrimas. Pero el corazón no engaña y las lágrimas tampoco.

Así que se ha armado de valor, ha guardado unas cuantas lágrimas en un frasquito y ha decidido que se las va a regalar a él la próxima vez que lo vea. Porque son sus últimas lágrimas. Y le va a decir que no quiere volver a verle porque se está enamorando, porque ya no puede seguir mirándose al espejo y viéndose con una sonrisa tonta y pensando, sabiendo, que él no la tiene.

Si alguna vez él siente que no es merecedor de esas lágrimas podrá devolvérselas a Helena. A la pobre, nunca le han regalado lágrimas y seguro que las estará esperando.


martes, 13 de octubre de 2009

Somos todo y nada.

Mi cuarto impregnado con olor a sexo, a ti.
Tu perfume en mi almohada.
Las sábanas mojadas.
En mis manos grabadas las caricias y tus rasgos y cada recodo de tu cuerpo, de memoria.
Por si acaso esto se acaba. Por si no te vuelvo a ver.
Para poder vivir de tus recuerdos y robarte las caricias cuando tú ya no estés o cuando yo me canse.